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Casos de Éxito

Bajamos un 64% la luz en un restaurante de Las Canteras

08/10/2025 · variavista · 5 min de lectura

La primera vez que pisamos este restaurante familiar, a dos pasos de la arena de Las Canteras, nos dijeron algo muy simple: “queremos que el comedor sea acogedor, que el pescado se vea como se merece y que la factura de la luz deje de darnos sustos”. Nada de discursos grandilocuentes. Cocinan bien, trabajan mucho y la luz se les estaba comiendo el margen. Hicimos lo que sabemos hacer: medir, escuchar, calcular y ejecutar. A veces la diferencia entre un local bonito y un local rentable está en 20 milímetros de altura de una luminaria y en un driver bien elegido. En este caso, sustituimos halógenos y fluorescentes por LED de calidad, ajustamos niveles a cada zona (barra, sala, cocina, terraza) y añadimos control. El resultado: un 64% menos de consumo, mejor ambiente y caras de alivio cuando vieron la primera factura completa tras el cambio. Te cuento cómo lo logramos.

El reto: menos consumo, más confort y cero improvisación

Antes de tocar un solo foco medimos. Con un luxómetro tomamos lecturas reales en servicio: 180–220 lux en sala (irregular), 90–120 lux en pasillos, 350–400 lux en barra y apenas 300–350 lux en cocina (insuficiente). El consumo en hora punta de cena rondaba los 7,8 kW por iluminación, con picos de 8,1 kW al encender toda la sala. El cableado estaba bien, pero el parque de luminarias era una mezcla de halógenos GU10, downlights compactos y tubos T8 con más de 10 años. Además, el calor en verano obligaba a subir el aire acondicionado, doble gasto.

Diseñamos un plan en tres capas: 1) sustituir por LED de alto CRI (≥90) y 3000 K en sala para platos más apetecibles; 2) reforzar cocina a 500 lux uniformes, como marca la UNE-EN 12464-1, con 4000 K para mejor percepción; 3) control DALI-2 con escenas (servicio, tarde, noche, limpieza) y sensores de presencia para baños y office. En terraza, protegimos con luminarias IP66 resistentes al salitre. El objetivo: 250–300 lux homogéneos en sala, 100–150 lux en pasillos y 500 lux en cocina.

Experiencia real / Caso práctico

Inventario inicial: 46 halógenos de 35 W (1.610 W), 28 downlights compactos de 2×26 W (1.456 W efectivos con pérdidas), 18 tubos T8 de 36 W (648 W) y 14 apliques de 20 W (280 W). Total de iluminación encendida en servicio: ~3.994 W, que subía a 8,1 kW en momentos de preparación por encendidos simultáneos y equipos auxiliares.

Propuesta ejecutada en dos noches (para no cerrar): 46 dicroicas LED 6,5 W (CRI 90), 28 downlights LED 18 W UGR<19 con driver DALI-2, 18 líneas LED 17 W sustituyendo T8 con difusor opal, y 8 lineales LED 30 W IP66 en cocina más 6 paneles 36 W. Añadimos 1 pasarela DALI-2, 2 sensores crepusculares para terraza, 3 sensores de presencia en pasillos/baños y 1 controlador con 4 escenas programables. Total instalado en iluminación de servicio: 1.430 W en sala y pasillos, 396 W en cocina (operativa), 180 W en terraza.

Mediciones post-obra: sala estabilizada en 270–320 lux, barra a 450–500 lux enfocada en superficie de trabajo, cocina a 500–520 lux uniformes; terrazas entre 100–150 lux, suficiente para ambiente sin deslumbrar. Consumo en hora punta de cena: 2,9–3,2 kW. Redujimos la base de iluminación un 64% respecto a lo que usaban realmente, y un 61% respecto a la potencia instalada nominal.

Números duros (promedio mensual): antes 2.916 kWh/mes en iluminación (8,1 kW x 12 h/día x 30 días con picos y mal control); después 1.044 kWh/mes (3,0 kW x 11,5 h/día gracias a escenas y apagados automáticos). A precio medio 0,24 €/kWh, el ahorro mensual ronda 449 €. Inversión total: 6.850 € (material, instalación, programación y legalización). Retorno estimado: 15–16 meses. Extra no previsto: al bajar la carga térmica, el aire consumió menos; ese efecto sumó unos 45–60 € mensuales de ahorro adicional en verano.

Detalles que marcan: regulamos al 85% las luminarias de sala en “escena noche” para estética y más vida útil; programamos limpieza al 100% con temporizador de 45 minutos y apagado automático; en terraza, control crepuscular evita que un olvido deje todo encendido. Y, pensando en el salitre, tornillería A4 y difusores con tratamiento UV. Dos meses después, volvimos a medir: los niveles se mantenían y el personal ya usaba las escenas sin mirar el manual.

Lecciones aprendidas

  • Medir antes de decidir: un luxómetro y una pinza amperimétrica evitan compras por impulso.
  • Menos vatios, más calidad: CRI 90 y 3000 K en sala hacen que el producto luzca mejor.
  • El control paga la fiesta: escenas, sensores y horarios suman entre el 12% y el 18% del ahorro.
  • La cocina necesita uniformidad real: 500 lux bien repartidos reducen errores y fatiga.
  • Salitre y humedad obligan a IP y herrajes adecuados: ahorras llamadas futuras.
  • No todo es potencia: bajar el calor de focos antiguos reduce el consumo de climatización.
  • Programa con el equipo: si el personal no lo usa, el ahorro se pierde.

Conclusión

La iluminación eficiente no va de cambiar bombillas sin plan, va de negocio: vender mejor, trabajar más cómodo y pagar menos en la factura. En este restaurante de Las Canteras han ganado en ambiente y han recuperado la inversión en poco más de un año. Si tienes un local en Gran Canaria y sospechas que estás pagando de más por tu luz, te hacemos una visita, medimos sin prisa y te planteamos un plan realista. Llama o escríbenos: 686 135 935 · info@alcanelectric.es. En Alcanelectric Canarias no vendemos vatios, vendemos tranquilidad y números que cierran.

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